Viborianus
Victoriano Robles Cruz.
Reclaman periodismo de investigación.
Ayer, 14 octubre, uno de nuestros tres lectores no envió el siguiente texto. Hemos completado algunas ideas, como la entrada, para intentar explicar el honesto cuestionamiento así como la abierta preocupación del remitente.
Nos parece no sólo honesta su preocupación, sino también aceptamos el sincero reclamo para quienes nos desempeñamos en este arte del periodismo. Sobre todo, ese periodismo de investigación que pocos realizamos, para con cifras y datos muy profesionales darle cuerpo a nuestra línea argumentativa. Y ofrecer un excelente periodismo con intachable factura.
En el manual del periodismo de investigación (https://n9.cl/enygyi) describen con pulcritud una definición para este ejercicio: “El periodismo de investigación es el que analiza en profundidad un tema en particular con el fin de poner en evidencia hechos de corrupción, analizar políticas gubernamentales y corporativas o llamar la atención sobre tendencias sociales, económicas, políticas o culturales. Un periodista de investigación puede dedicar meses o años a un solo tema”.
“Impusieron” a un grupo de personas en la legislatura del Congreso de Quintana Roo. Pero la inmensa mayoría de los ciudadanos desconocemos sus perfiles profesionales (ni sabemos si fueron a la escuela), sus lugares de nacimiento, ¿tendrán conocimiento de la historia de Quintana Roo?; en sí, su debilidades y fortalezas las desconocemos y ahí el interés por compartir este justo reclamo:
“Sería un ejercicio de alto interés público, una verdadera aventura del periodismo de investigación, desentrañar las historias ocultas de aquellos que hoy ocupan una curul en el Congreso Local. ¿Quiénes son realmente estos diputados que legislan sobre nuestras vidas? ¿Dónde estaban hace diez años? ¿De qué ambientes surgieron? Al indagar en su origen, en las calles que pisaban y los barrios que habitaban, se revelaría el verdadero perfil del representante. ¿Qué preparación académica los respalda, si es que acaso existe? ¿Han transitado los senderos del conocimiento o se limitan a un currículo endeble?
La investigación debería seguir las huellas de su estatus social, y no con ánimo de juicio, sino de comprensión. ¿Son hombres y mujeres que entienden la realidad de la mayoría, o viven en una burbuja de privilegios? Su historial laboral sería otra veta por explorar: ¿Han trabajado con honestidad, construyendo experiencia con esfuerzo, o han saltado de puesto en puesto en el juego de la burocracia? Ahí, entre sus empleos previos, también yacen respuestas a la verdadera vocación del servidor público.
Y más allá de sus antecedentes, debemos cuestionar la esencia misma de su participación: ¿Conocen realmente su función en el Congreso? ¿Entienden que no están ahí por azar ni para servirse a sí mismos, sino para representar los intereses de una ciudadanía que exige justicia, equidad y progreso?
Su ideología, si es que la tienen, ¿responde a una convicción real o solo es el disfraz que usan en tiempos de campaña? ¿Tienen alguna brújula moral que guíe su actuar o simplemente se dejan llevar por las corrientes políticas que les convienen? La obediencia política es una práctica muy redituable en estos tiempos.
Un periodismo valiente, profundo, que rasgue el velo de sus discursos y promesas, podría ofrecernos una radiografía cruda, pero necesaria. No se trata de hacer una caza de brujas, sino de exigir transparencia y responsabilidad a quienes tienen en sus manos el presente y el futuro de nuestro estado”.
Hasta aquí el texto del lector, agradecemos sanamente esta participación. Es muy claro su compromiso y su responsabilidad social.
Nos invita a continuar persiguiendo mejores niveles del ejercicio periodístico, mejorar nuestro aprendizaje para complacer a una sociedad mejor educada, mejor preparada y que si fueron a la escuela.
PD.- “Sólo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al esfuerzo. Si todos prefieren gozar el fruto, la civilización se hunde”. José Ortega y Gasset, (1883-1955), filósofo y ensayista español.
PD.- “El compromiso es un acto, no una palabra”. Jean-Paul Sartre, (1905-1980), filósofo y escritor francés rechazó el Premio Nobel de Literatura en 1964.
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