Viborianus
Victoriano Robles Cruz.
Cuando el mejor amigo se va!
Ahora, me acerco al teclado luego del deceso de uno de mis mejores amigos: Miguel Ángel López Alpuche. Una semana convaleciente en la clínica del Seguro Social, aquí en Chetumal. El domingo 19 ingreso por problemas cardíacos. Y, cuando sus signos vitales parecían mejores, se asoma la realidad. Nos informaron, el domingo 26 por la mañana, de la caída de los indicadores vitales. Y, a las 15: 50 horas partió al cielo, el lugar al que todos iremos.
Obvio, anduvimos acompañándolo todos estos días, en los espacios temporales permitidos por nuestras obligaciones laborales.
No logramos definir si nuestra nostalgia que invade todo nuestro pensamiento también ayudará en la construcción del Viborianus, muy bien merecido por toda nuestra grata amistad. Nos estimamos como pocos pueden creerlo.
Por su conducta y su desempeño profesional con seguridad podemos afirmar que este ser querido descansa en paz y en un lugar mejor. 
Tan linda fue nuestra amistad, insustituible, no se borrará nunca de nuestros pensamientos. Será bien recordado por esa manera de entregar su cariño, su aprecio, la mejor de sus enseñanzas. Así deberíamos de ser todos y tendríamos un mundo mejor, al menos en paz.
Sabemos que esa añoranza, por ese pasado agradable, en su espacio hogareño nos inunda, nos apreciamos como pocos amigos lo hacen, como pocos hermanos.
Ese afecto, ese cariño era nuestra fortaleza, quizá provocaba celos entre sus cachorros, sus hijos, entre su familia. Algunas veces no se disimulaba.
Gracias Miguel por permitirme tu amistad, por compartir nuestros valorados cariños. Compartimos nuestras coincidencias y nuestras diferencias…siempre platicándolas. Siempre escudriñando lo mejor para los dos.
Más de 40 años de conocernos, de compartir experiencias laborales, fue mi primer jefe en la dirección de planeación educativa de la entonces SEP. Siempre con la sabiduría para comunicar sus experiencias para hacer más sencillo nuestro aprendizaje.
Extrañaremos su gran generosidad, su esplendidez. No era un exagerado, pero cuando se entregaba sentía su cariño. Lo realizaba sin importarle otras cosas, no tenía barreras u obstáculos mentales para sentirse realizado. ¡Te apreciaba y te quería!
Un personaje inolvidable, y aquí, coincidimos muchos con esta valoración. No era de muy platicador, nunca arrebataba la palabra, pero siempre exteriorizaba con exactitud lo debería de pronunciar.

Muchos años de bonitas tertulias, de interesantes bohemias, con gran libertad creativa y de expresión. Horas y horas invirtiendo para reflexionar sobre este mundo de locos y fascistas. Muchas de esas pláticas sirvieron de contexto para nuestra columnilla.
En verdad les digo que no hay nada malo en llorar cuando un amigo se va. Es otra forma de soltar o desatar esos demonios anidados en las sienes. El original desahogo. Es la respuesta natural y justa por la tristeza que prevalece ante este proceso de despedida.
Miguel, pronto nos veremos para continuar nuestros pendientes, para nivelarlos, para darnos otro fuerte abrazo. Para brindar por esta fugaz despedida. Siempre… en nuestros pensamientos con mucho cariño.
PD.- “Cuando un amigo se va, queda un tizón encendido que no se puede apagar, ni con las aguas de un río”. Canción de Alberto Cortez. (1940-2019) , compositor y poeta argentino. https://www.youtube.com/watch?v=qXNVInblous
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