lun. May 13th, 2024

Viborianus

Victoriano Robles Cruz.

Chetumal rehén de la complicidad.

No podemos ser omisos. No podemos dejar de teclear sobre la grave violencia que asuela, arruina y devasta a Chetumal. No hacerlo también sería otra complicidad. La inacción en este campo de violencia no es una opción, pues es la vida de muchos lo que está en juego. Los mismos testimonios son otra prueba fehaciente de la grave debilidad de las autoridades. También puede haber otra complicidad con esos grupos delictivos.

Pues, no se trata de hechos aislados como eufemísticamente suelen denominarlos los cómplices del ilícito (expresión suave o decorosa de actos de barbarie).

La pregunta brota ipso facto: ¿Qué hace falta para garantizar la vida de nuestros adolescentes?

Independientemente que se torna paradigmático para estudiar la desidia, negligencia y complicidad, de los diferentes sectores en Seguridad Ciudadana y para contribuir con la vida de los jóvenes no sólo de Chetumal, sino de todo Quintana Roo.

De que algo está mal… está malísimo. Innegable el enflaquecimiento institucional. No es posible que Chetumal, ahora esté sufriendo estos niveles de violencia, como nunca en toda su historia. Ni en los peores tiempos con Carlos Joaquín sucedieron estos momentos de barbarie criminal.

Algunos chetumaleños se preguntan: ¿Será que con esta transformación política y de la violencia seguiremos siendo testigos de superiores escenas criminales de la historia de chetumaleña?

En estos últimos 10 días la crudeza criminal ha sacudido el temperamento del confort y provoca atrevidas reacciones entre los capitalinos.

Por una parte: Va esta cruda realidad permitiendo conocer a chetumaleños y quintanarroenses las complicidades entre varios ejecutivos de la seguridad pública y las organizaciones delictivas. Aquello que era simple sospecha ahora se sabe que es una terrible realidad.

Por otra parte: El silencio de las autoridades es atroz. Nadie ha salido para explicar esta criminal matanza. Todos dormitados en la sordina. Como si hubiesen sido descubiertos por sorpresa de sus debilidades. Aún no despiertan del asombro.

También, nadie ha salido a recriminar las acciones criminales. Nadie ha mostrado solidaridad con las familias chetumaleñas por estos cruentos asesinatos. Nadie se ha comprometido a reducir estos hechos de violencia. ¡Nadie, nadie, nadie hace algo!

Pero, eso sí, los mensajes son inmediatos a los medios franquiciados para evitar la publicación de la criminalidad en la Capital de Quintana Roo. Que no se comente ni en radio ni televisión oficial o franquiciada.

Gracias hermosas redes sociales y al Diario Cambio 22 que nos permiten conocer la temible como espantosa complicidad de las autoridades con los cuerpos delictivos. Chetumal lo destruyen… ¿con qué fines?

Y el colmo de esta atroz criminalidad es el silencio de los aspirantes a puestos de elección. Ni uno se ha pronunciado contra este mercado de complicidades. Será que a estos aspirantes también les cubre el mismo halo o manto de la complicidad. Bien puede ser que son muy obedientes. La única voz que ha reprochado estos actos de barbarie es el actor Palazuelos. Y a los demás… les vale madrina lo ilícito.

La banalidad del mal, del crimen, de las masacres, predomina en una patria, chica y grande, y a la deriva. Eso sí abundan: insensibilidad, conformismo, indiferencia, irreflexión, frivolidad, ineptitud, mezquindad.

¿Quién podrá salvarnos? Lástima… El Chapulín Colorado murió hace varios años. El 28 de noviembre de 2014.

PD.- ¿Alguna vez te has preguntado qué es un pecado por omisión? ¿Acaso es tan grave no hacer el bien como hacer el mal? ¿Podría ser tan grave ocultar una verdad como tergiversarla?

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