mié. May 15th, 2024

Viborianus

Victoriano Robles Cruz.

Quintana Roo violento y criminal.

Nos resistíamos a reconocerlo, aunque lo veíamos de lejitos. Ahora los ciudadanos de la capital de Quintana Roo están soportando el calvario más presencial en la Zona Turística de nuestra entidad.

Mientras tecleamos privan de libertad a capitán militar asignado a obras del Tren Maya (https://n9.cl/eg2tp). “Capitán Primero Ingeniero Militar perteneciente a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), fue privado de su libertad esta tarde cerca del puente a la salida de la ciudad de Chetumal”.

Obviamente no es algo novedoso; ni casual; ni han sido, son, ni serán hechos aislados. En toda la entidad esta lacra, vicio o perjuicio está presente. El sufrimiento y los riesgos son para todos los quintanarroenses y turistas.

Esto que ahora observamos, es ni más ni menos que la presencia de la debilidad institucional. Existen varias definiciones sobre este concepto, aunque todas por lo regular son concurrentes.

La debilidad institucional a nadie le viene bien, se traduce en la incapacidad del Estado de implementar sus leyes, de combatir el narco y el crimen organizado, de recolectar impuestos, de asegurar los derechos de su población y de mantener las condiciones mínimas para una vida digna” (https://n9.cl/b2hdi).

El componente principal de la debilidad institucional es la corrupción. Y esta descomposición o putrefacción no acontece por falta de leyes, sino por la falla en su aplicación. Quintana Roo no ha sido un intruso en la alta presencia de corrupción. La toleran y muy bien, pareciera que todos los aparatos de la administración pública están corrompidos.

Allí surge nuestro primer cuestionamiento: ¿que lleva a los individuos a actuar de manera corrupta y a las sociedades a tolerar —e incluso, fomentar— estas prácticas?

Porque toda esta tolerancia para el comportamiento ilícito viene asociada con la impunidad que reciben los cuerpos delictivos y criminales. Principiando con que las autoridades no cumplen con sus tareas, al no brindar la protección ciudadana. Pero, al igual o a la par, a quien le corresponde no sancionan la criminalidad. Y en ocasiones -como sucedió recientemente- hasta liberan a los delincuentes en el Tribunal de Justicia (https://n9.cl/yrlly).

Hemos observado, como ciudadanos, que esta terrible corrupción fue heredada, fue herencia, de uno de los peores gobiernos en Quintana Roo. ¡El peor! Pero también la sociedad no ha palpado alguna medida para sancionar a toda esa bola de putrefacción heredada, por el contrario, algunos hasta cargos públicos ostentan.

Entonces, si no hemos recibido información de la intención de componer ese legado perverso, cómo creer que pueden actuar contra la corrupción. Las señales recibidas por toda esta gobernanza bien parecen corroborar las acciones de impunidad para los malhechores. ¡Hasta cuándo!

Esa misma herencia corrupta y perniciosa pernocta en los cuerpos de seguridad ciudadana y dentro de la fiscalía general por igual. No se ha movido el personal directivo desde la administración pasada. Han removido titulares, pero quienes ejecutan los mandos son los mismos y son parte importante de esa herencia maldita.

Del tribunal superior de Justicia, creo ya se ha dicho todo… mucha corrupción. “La designación de Cebada Rivas se realizó en violación al artículo 101 de la Constitución Política del Estado de Quintana Roo, por lo que fue duramente criticada por abogados y organizaciones civiles” (https://n9.cl/famc7).

El espacio se ha agotado…ya seguiremos pendientes. Pero esta es una pequeña muestra de nuestro Quintana Roo violento y criminal.

PD.- “La corrupción generalmente reduce la efectividad y calidad de las políticas económicas y la calidad de las mismas, distorsiona el diseño y la aplicación de las regulaciones, y de entraba y ensucia el accionar de la justicia”. (Transparency International, 1999).

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